«Tres mujeres descienden a los infiernos. Tres mujeres condenadas por los siglos de los siglos a contemplar su propio reflejo. Tres mujeres entre el sueño y la realidad. Salomé, la esposa asesina. Mariana, la amante asesinada. Beatriz, la amante suicida. En mitad del triángulo, la imagen espectral y lejana de Alejandro. La locura, la poesía, el amor, un crimen del pasado y el humor más ácido sobrevuelan el extraño lugar sin coordenadas espacio-tiempo que un Lucifer sin rostro ha creado expresamente para ellas. Solo una de las tres está en realidad destinada al castigo eterno. Ven a descubrirlo.»

07:15 A.M.
No deberían dejar entrar con una escopeta en el Plaza, cualquiera podría deducir que una mujer de treinta y cinco años no va a cazar patos a la suite del ático.
Me miran como si subiera en el ascensor con una cesta de frutas tropicales.Tanta discreción espanta.
Abro la puerta de la 706 y allí están, roncando. Imaginé que la escena tendría más glamour, pero ni siquiera he logrado despertarlos al taconear el parqué.
Saco el arma de la funda y la apoyo en el suelo, enciendo un cigarro, le doy dos caladas, lo apago contra el cenicero y grito: «! Buenos días ¡»
Abren lo ojos y sonrío, creo que oigo súplicas, pero la verdad es que no estoy segura, porque tengo los oídos llenos de aplausos en ese minuto de gloria.
Apunto. Fuego. Fuego. Fuego. Fuego.
Creo que iré al infierno porque no pienso arrepentirme. De hecho, ahora mismo me siento extraordinariamente bien.
Ahora estamos en paz. Los cuatro