Lo primero que tengo que decir es que es un bombón, es uno de los mejores personajes que he tenido. Yo creo que muchas mujeres -me incluyo- nos podemos sentir identificadas con Diana. Es una mujer muy enamorada de su marido que, además, es muy carismático, tiene mucha personalidad, es atractivo… pero, claro, es un golfo. Y
Creo que Diana llega a un punto en el que el amor ha podido con mucho, llega un día que dices “¡basta!”. Y es que hay que decir ese “basta”, seguramente, antes que Diana, pero lo importante es que llega. Dice “basta” porque le ha contagiado hongos vaginales y ya es como el “mira, hasta aquí hemos llegado”.
En vez de coger la maleta e irse o ponerle la maleta en la puerta, decide una venganza amorosa llevada a la comedia absoluta donde lleva a su marido a un interrogatorio para que confiese. Le mete en un programa de televisión en directo, un reality con un polígrafo donde lo humilla, pero todo con muchísima comedia.
Lo bonito es que al final Diana da un giro absoluto, sorprende a todo el público porque nadie se espera realmente la verdad. Es una sorpresa, y estos son los espectáculos que me gustan. Así que Diana se abre en canal, cuenta la verdad y explica todo como es, con un mensaje que sigue siendo necesario.
¿Crees que con humor se puede hablar de todo?
Se puede contar todo y todos nos podemos reír, pero sabiendo lo que hay debajo de esa comedia. Y, sobre todo, lo bonito es no quedarnos en la superficie, si no que cuando llega el final, todo cobra sentido, entiendes el por qué de muchas cosas, sorprende y llega al corazón.
¿Qué opinas de que estas historias sean tan habituales?
Todos hemos pasado por estas circunstancias en algún momento, por lo que nos sentiremos identificados con la obra, da igual la edad, el sexo… De verdad que esto hoy en día sigue pasando, esto es de ayer, de hoy, de mañana y lo importante es eso, que el amor va más allá de aguantar ciertas cosas.
¿Es realmente el teatro tu vocación?
Ya son veinticinco años, así que si no es vocación, me he equivocado media vida. Sigo siendo feliz con el teatro y eso es lo importante. Es mi profesión y mi pasión.
¿Qué esperas del público de Zaragoza?
Cuando llegas a una plaza de un lugar que para ti es especial tienes el doble de responsabilidad. Siempre tenemos responsabilidad, pero llegas a este público y dices “Dios mío, que se lo pasen bien, que lo disfruten, que se rían, que le llegue al corazón, que sientan, que vibren”. Al final el teatro es sentir emociones y esta función es una montaña rusa que no para, con un ritmo atronador. Espero que la gente se vaya con muchos mensajes en la cabeza y con una sonrisa.